¡¡¡¡Calentito!!!!! Madre mía que recibimiento en el Lizarrán, en la Plaza de Poniente, 3 situado en lo que antes era el Gambrinus. Tenemos bar nuevo en la ciudad chavales y creo que lo tiene todo para que aguante unos cuantos años a buen nivel.
Su elemento estrella es ¡El Palillo! La idea es innovadora en la ciudad aunque por lo que me han contado es una franquicia que funciona por todo el mundo. Hay dos tipos de palillos, cortos y largos y cada uno tiene un precio, éstos están puestos en los pinchos y cuando acabas te cobran según los palillos que tengas en el plato, se fían demasiado de la gente.
El trato de los camareros es ejemplar, no se si es porque llevan poco tiempo abiertos pero son majísimos y muy atentos. Gente joven y agradable, raro de ver en esta ciudad.
La comida está bastante bien, son tapas variadas y suelen ir cambiando con los días, no es el Jero pero no desmerecen para nada.
Os habrá sorprendido el principio del post, y es que cuando salen de la cocina pinchos calientes los camareros gritan ¡Calentitos!, después los pasean por las mesas y la gente va cogiendo a su gusto. No os pongáis muy lejos de la cocina si queréis comer alguno porque es muy dificil negarse a ellos y las bandejas llegan casi vacias al final del recorrido.
VALORACIÓN:
SABOR: 7.5
TRATO: 9
LIMPIEZA: 8
PRECIO: 8
[MERECE LA PENA ACERCARSE]
Mi hija junto con el resto de compañeros de su promoción de primero de bachillerato, para celebrar el fin de curso fueron a cenar Lizarrán. El trato en general fue demasiado desconsiderado, supongo que debido a sus 17 años. Tardaron más de una hora en sacarles la comida y en el caso de una compañera estuvo esperando mucho más tiempo, tanto que se fue sin cenar, a pesar de haberles dicho a los camareros en varias ocasiones que aún no se le había servido la cena. En base a esta experiencia no recomiendo este restaurante y yo por supuesto no iré jamás.